El trabajo de un enfermero en Guatemala: una historia de compromiso, humanidad y esperanza 

Fidencio, enfermero y equipo en el proyecto de migración en Guatemala.
Fidencio (de pie), con el equipo de MSF en el proyecto de migración en Guatemala. © Fidencio Sebastián

Fidencio Sebastián es enfermero de Médicos Sin Fronteras en Guatemala. Desde pequeño, siempre quiso ayudar a las personas con necesidades; por eso, decidió estudiar la carrera de enfermería, con el objetivo de ayudar y servir. En este texto, nos cuenta sobre los inicios del proyecto y su experiencia en la organización. 

 

Atención médica y asistencia a personas migrantes y deportadas en la frontera de Guatemala
Equipos de MSF brindan atención médica y asistencia a personas migrantes y deportadas en la frontera de Guatemala. 2022 © Esteban Montaño/MSF

 

Escuché de Médicos Sin Fronteras (MSF) por las redes sociales y me maravilló la labor que realizan y su misión social, que va relacionada con la mía: la de atender a las personas más vulnerables. En ese momento me propuse formar parte de este gran equipo y busqué la oportunidad de trabajar en la organización en Guatemala.  

 

Enfrentando la realidad en Guatemala 

Desde finales del 2021 formó parte del equipo de MSF en su proyecto de atención a personas migrantes en Guatemala. Iniciamos actividades médicas y humanitarias con una mesa y varias sillas. Utilizaba una mochila de emergencia que tenía lo esencial, como el equipo médico y suministros de medicamentos básicos para brindar la atención primaria a las personas en tránsito hacia Estados Unidos.  

La primera consulta que realicé me impactó mucho, porque fue el inicio de muchas historias sin un final feliz. En ese momento entendí la importancia del trabajo humanitario y de estar en los lugares donde las personas más lo necesitan. Como parte del equipo de atención en salud, nos convertimos en un respiro un espacio seguro para estas personas que han viajado cientos de kilómetros en condiciones difíciles y que van tras el objetivo de tener una vida digna, segura y tranquila para ellos y su familia.  

Durante estos años, he visto el crecimiento del equipo de migración para responder a las diferentes necesidades que tienen las personas en la ruta. He visto la flexibilidad del equipo para iniciar a trabajar a las 5:00 am, adaptarse a la apertura y cierre de diferentes puntos de atención, precisamente para responder a las grandes necesidades de la población en movimiento. 

Uno de los retos más grandes es no poder atender a todas las personas que migran y responder por completo a sus necesidades, porque son muchas y. muy variadas. También nos enfrentamos a barreras idiomáticas, pero eso no nos ha impedido brindar atención a personas de Haití o del continente africano.   

 

Una pareja durante una sesión de salud mental en Tecún Umán. Acaba de ser deportada desde México y están esperando apoyo económico de sus familias para continuar el retorno hacia El Salvador. 2022
Una pareja durante una sesión de salud mental en Tecún Umán, Guatemala. 2022 © Esteban Montaño/MSF

 

Por otra parte, también existe el reto de escuchar todas las historias, unas más tristes que otras, sin perder nuestro lado humanitario.  No debemos normalizar la violencia y sacrificios que han sobrevivido los hombres, mujeres, adolescentes y niños y niñas, porque nadie debería pasar por estas cosas. 

 

Historias que dejan huella 

Tengo muy presente la historia de una mujer de 24 años con un niño de tres años que salió de su país por miedo a la violencia que se vive y la falta de oportunidad de un trabajo digno. Recuerdo que me contó esto:  

“En mi país no puedo darle una vida digna a mi hijo, no tengo oportunidades para darle una buena alimentación y el día que tomé la decisión de iniciar el viaje fue porque intentaron violarme y hacerle daño a mi hijo. Ese mismo día agarré unas prendas y el poco de dinero que tenía. Así fue como empezamos el viaje, pero nunca pensé que sería tan difícil esto, cruzar la selva con mi hijo y que lo secuestraran allí. Pensé que lo había perdido porque no tenía dinero para pagar el rescate. Una de las personas me ofreció sacarlo a escondidas, pero debía tener relaciones sexuales con él. Entendí que era la única forma de recuperar a mi hijo y lo tuve que hacer. Nunca se lo conté a nadie y no busqué ayuda”.  

 

Así como esta historia hay muchísimas más. 

Mi trabajo como enfermero me ha hecho ver el sufrimiento de la población y a la vez ser una luz de esperanza entre tanto caos. He visto el agradecimiento de las personas a las que atiendo y no solo en palabras, sino reflejado en sus rostros. Sé que a través de nuestros cuidados muchas personas encuentran alivio.  

 

En Tecún Umán, Guatemala, miles de personas que se dirigen al norte intentan a diario cruzar por peligrosos puntos informales, lejos del radar de las autoridades migratorias.
En Tecún Umán, Guatemala, miles de personas que se dirigen al norte intentan a diario cruzar por peligrosos puntos informales, lejos del radar de las autoridades migratorias. 2022 © Esteban Montaño/MSF

 

Salvar vidas donde nadie más llega 

“Médicos Sin Fronteras me ha salvado la vida y ustedes deberían estar en todos los países del mundo”, me dijo una señora que venía descompensada y llevaba meses sin su tratamiento médico. Por esta razón, la independencia con la que trabaja Médicos Sin Fronteras es muy importante. Puede estar donde hay muchas urgencias médicas y humanitarias y atender a las personas que más lo necesitan. 

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