México: No somos estadísticas, somos personas

Acapulco Sexual Violence

Testimonio de una de nuestras pacientes en Acapulco, México.

Testimonio de una de nuestras pacientes en Acapulco, México. 

"Sobreviví a un acto de violencia sexual y en lugar de narrarles los detalles de ese hecho, hablaré de lo que siguió para mí, pues el temor de morir en el monte a manos de un violador fue apenas el principio del calvario que viviría.

Tras la agresión no sabía qué hacer: estaba desorientada y  confundida. Tenía la impresión de que los doctores y enfermeras que me atendieron me juzgaban con la mirada. Al mismo tiempo, las imágenes de aquel día regresaban a mí como una escena recurrente, y día tras día la angustia  comenzó a invadirme.

Recuerdo que ese sentimiento se exacerbó cuando, unos días después de haber ocurrido ese evento tan atroz, recibí la noticia de que el día anterior habían asesinado al hombre que me violó. Sentí muchas cosas de golpe. Recordé aquello de “quien la hace, la paga”, ¿pero de qué me servía eso? El daño que me había hecho esa persona era irreparable.

Me hundí en la depresión y aunque tuve la fortuna que no tienen muchas mujeres en mi caso, la de regresar a casa, era incapaz de alegrarme cuando veía a mi hijo y debía recurrir a una risa falsa cada vez que él me hacía alguna gracia. Intentaba mostrarme agradecida por estar viva, pero era forzado; en realidad deseaba morir y todo me parecía muy injusto. Nada me levantaba el ánimo, ni siquiera mi bebé, que tenía solo un año cuando eso pasó  y era mi único motor para seguir adelante.

 

El tiempo pasaba y yo creía que con el correr de los días estas emociones de desdicha y miseria terminarían por desvanecerse, pero no fue así. Lo único que hacía era agazaparme en la esquina más oscura de la cama, la cual me parecía el único espacio adecuado para una persona “marcada” como yo.

Aprendí a sufrir en silencio, no quería hacer ruido ni molestar a los demás con mi llanto y dolor. Y es que cuando sufres una violación, tus emociones se paralizan y pierdes la capacidad de poner en marcha tus planes, de decidir y de valorarte. Fueron los peores meses de mi vida, en los que creí que nunca podría salir de ese agujero.

Fue así como, por recomendación de un amigo, uno de los psicólogos sociales de Médicos Sin Fronteras me visitó, platicó conmigo y me recomendó buscar acompañamiento médico y psicológico. Hace casi un año que mi esposo y yo comenzamos  a tomar terapia. Gracias a eso pude recuperar la seguridad y actitud necesarias para encarar la realidad de nuevo. Hoy puedo decir que por fin encontré esa paz tan anhelada."

Después de todo esto sólo me queda decir que, si has sufrido violencia sexual, pide apoyo. Y recuerda, no fue tu culpa.

Desde finales del año 2016, en coordinación con el Ministerio de Salud, MSF ofrece acompañamiento médico, psicológico y de trabajo social a supervivientes de violencia sexual en dos unidades hospitalarias de la ciudad mexicana de Acapulco: la Clínica Avanzada de Atención Primaria a la Salud en Progreso y el Hospital General “Donato G. Alarcón”. Con el objetivo de dar a conocer esta atención a toda la población, MSF  lanzó la campaña SIVIS, Servicio Médico Integral frente a la Violencia Sexual, bajo el lema "Sanar es posible”; en la que a través de diversos medios como Facebook, se  invita a los sobrevivientes a recibir atención médica y psicológica de manera oportuna, gratuita y confidencial. En 2017, los equipos de MSF brindaron  asistencia a 190 sobrevivientes de violencia sexual, en más del 40% de los casos atendidos los pacientes eran menores de edad.

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MSF en Acapulco

 

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