Pablo: controlar el pasado para vivir mejor

MIGRANTS DAY: NTCA AND MEXICO

Pablo lleva cuatro meses visitando el albergue Senda de Vida, un centro de acogida en Reynosa, Tamaulipas, que ayuda a migrantes y víctimas de la violencia. Allá, una psicóloga de Médicos Sin Fronteras lo atiende. No sabía lo que le pasaba o por qué se ahogaba, pero ahora, gracias a las terapias, ya puede manejarlo.

Pablo lleva cuatro meses visitando el albergue Senda de Vida, un centro de acogida en Reynosa, Tamaulipas, que ayuda a migrantes y víctimas de la violencia. Allá, una psicóloga de Médicos Sin Fronteras lo atiende. No sabía lo que le pasaba o por qué se ahogaba, pero ahora, gracias a las terapias, ya puede manejarlo.
 
Soy Pablo, tengo 25 años y vengo del interior de México. Llevo cuatro meses visitando el albergue Senda de Vida, un centro de acogida en Reynosa, Tamaulipas, que ayuda a migrantes y víctimas de la violencia. Allá, una psicóloga de Médicos Sin Fronteras (MSF) me atiende. No sabía lo que me pasaba o por qué me ahogaba, pero ahora, gracias a las terapias, ya puedo manejarlo.
 
Esta tarde, mientras su hijo mayor, de cinco años, recibe atención por parte de las psicólogas de MSF, el joven juega con su hijo menor a la pelota. Es poco lo que pueden hacer con un balón desinflado.
 
Mientras ubica una silla para conversar, cuenta que él le enseñó a hablar español a uno de los hombres mayores que está sentado a la sombra de un árbol. “Es amigo mío. Cuando él llegó a este albergue, después de que lo deportaran de Estados Unidos, no sabía hablar el idioma y la gente se burlaba, así que un día comencé a enseñarle las palabras más sencillas. Ahora ya puede comunicarse. Yo le ayudé y, como muestra de gratitud, ahora me enseña inglés”.
 
Su hijo menor no se le separa, quiere sentarse a su lado. La silla de su tamaño está rota, y aún sí se acomoda. El pequeño es enérgico y quiere jugar, pero Pablo le explica que ahora no puede y al cabo de unos minutos se muestra atento a las palabras de su papá: “Llegué acá porque alguien me contó que ayudaban a la gente con sus problemas. No sabía qué tenía. Después de estos meses siento que ya comprendo lo que me sucede. Es que yo estuve secuestrado. Entonces, cuando iba caminando por alguna calle, de repente sentía que no podía respirar. Se me aceleraba todo y tenía que parar”.
 
He vivido muchas cosas que nunca había podido hablar”. Silencio. Su mirada se pierde para buscar el pasado: “Desde pequeño mis papás me abandonaron y pasé por varias casas, hasta que terminé viviendo en la calle. Aprendí a defenderme y a vivir haciendo cosas malas. Cuando me llevaron a un reformatorio intenté acercarme a Dios y no volver a lo de antes, pero no es fácil porque no tenía cómo vivir. Después de lo del secuestro, decidí venirme a Reynosa para ver si podía empezar de cero. Aquí tuve dos hijos, pero a ellos le pasó lo mismo: su mamá los abandonó. Yo me hago cargo de todo, de que coman y vayan al colegio. Los protejo mucho porque dicen que aquí roban niños”.
 
Ahora, Pablo trabaja en una chatarrería. “Tengo para mantenerme, pero estoy pensando en irme a Estados Unidos, porque hice averiguaciones y la familia de mi mamá vive allá. Quiero contactarlos para decirles que lo único que necesito es que me ayuden con los papeles, nada más”.
 
 
Le preocupan sus hijos. El pequeño tuvo una infección hace poco.Casi se me muere. Fue muy fuerte, porque le hicieron una cirugía y resistió. El mayor casi no habla y es raro porque a su edad ya debería hacerlo, por eso la psicóloga le está ayudando.
 
En el albergue Senda de Vida ya los conocen. “Sabemos que quienes están acá también pasan por cosas difíciles. Mis hijos a veces juegan con los de los demás migrantes. Hay espacio y podemos conversar sin temor. Tanto es así, que les he cogido cariño a algunos, como este que te cuento que no sabía español, pero yo le enseñé”.
 
Médicos Sin Fronteras lleva a cabo un proyecto en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas, cuyo objetivo es ofrecer atención médica, psicológica y social, de manera gratuita y confidencial en distintos puntos de la ciudad a víctimas de violencia social.
 
Con el ánimo de promover un modelo de atención integral (médica, psicológica y social) a víctimas de violencia en Reynosa, MSF puso al servicio de la comunidad un consultorio de medicina general, en donde un equipo conformado por un médico, una enfermera y un psicólogo, ofrece atención médica y en salud mental, así como atención para víctimas de violencia sexual.
 
También se ofrece apoyo para el fortalecimiento de redes de atención, e información sobre otros servicios disponibles en la ciudad.
 

¿Dónde estamos?

 
CLÍNICA MSF Calle 10 A s/n Esq. Enrique Canseco. Col. Pedro José Méndez Lunes a viernes de 9 am a 4 pm Tel.: (899) 171 8248.
 
UNIDAD MÓVIL Para saber dónde se encuentra la unidad llama al (899) 339 1482 Lunes a viernes.
 
HOSPITAL GENERAL DE REYNOSA Atención psicológica en la sala anexa del área de urgencias. Lunes a viernes de 9 am a 4 pm Tel.: (899) 105 3878
 
MSF también cuenta un equipo móvil -un médico, una enfermera y un psicólogo-, que visita de manera regular distintos centros de salud de la ciudad, y albergues para migrantes y refugiados, para apoyar en la atención médica de calidad para la población. Un tercer equipo ofrece consulta psicológica gratuita en el Hospital General de Reynosa.
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