Sudán del Sur: cómo una madre fuerte y dos niños juguetones recibieron la atención que necesitaban

Equipo de MSF en Bentiu, Sudán del Sur Sudán
Sarah con parte del equipo de Bentiu. © Sarah Cross/MSF

Trabajar como jefa del personal de enfermería en el hospital de Médicos Sin Fronteras en Bentiu, Sudán del Sur, para Sarah Cross significaba que frecuentemente tenía que adaptarse rápidamente para apoyar al personal y a sus pacientes. Se acostumbró a esperar lo inesperado, hasta que en uno de sus turnos la situación dio un giro particularmente sorprendente que nos comparte en esta entrada de blog.  

“Era alrededor de las 4:45 de la tarde y había ido a hacer una ronda de una de las salas de cirugía con la supervisora de enfermería. Entonces, de la nada, dos niños pequeños aparecieron corriendo. 

No podían tener más de cuatro años y aquí estaban, impasibles ante mí o su entorno, y aparentemente sin acompañamiento. No tenía idea de quiénes eran o dónde podrían estar sus padres. 

Cuando logré mantener a los niños en un solo lugar, descubrí que estaban esperando a su madre, Ruth, que había sido llevada a cirugía cuando los tres llegaron al hospital unas horas antes.

Equipo de MSF en Bentiu, Sudán del Sur Sudán
© Sarah Cross/MSF

 

El viaje a Bentiu 

Localizado junto a un campo con una población de más de 120,000 personas desplazadas internamente en Sudán del Sur, el hospital de Médicos Sin Fronteras en Bentiu es uno de los dos únicos centros que proporciona atención médica de nivel secundario en la zona. 

Ruth y sus gemelos habían llegado después de un viaje de cuatro días por tierra desde la ciudad capital, Juba. Viajar en un camión del ejército, en la parte trasera de un camión y a pie a través del país habría sido una tarea difícil para cualquiera, mucho más para una madre con una lesión grave en la pierna y sus dos hijos pequeños.  

Las inundaciones en las áreas circundantes a Bentiu -que no han disminuido desde que la zona se inundó el año pasado- representan un inmenso obstáculo para cualquiera que intente viajar por tierra, ya que alcanzan una profundidad de alrededor de un metro y medio. Muchas carreteras son casi intransitables como resultado. 

Solo hablaba árabe, pero a través de un traductor, supe que Ruth era de origen sudanés, de un campamento en la frontera entre Sudán y Sudán del Sur. Dijo que su esposo los había abandonado a ella y a los niños en la capital. Ahora, aquí estaba ella, sola en un país desconocido, incapaz de hablar el idioma local y necesitada de atención médica urgente. Ella y los niños habían llegado al hospital únicamente con la ropa que llevaban puesta como pertenencias. 

Al mirar a Ruth, no sabrías qué peligroso había sido el viaje que había soportado la familia. Cuando hablé con ella, la sensación abrumadora que expresó fue de alivio. Alivio de que estaba recibiendo atención en un hospital de MSF y alivio de que sus hijos estuvieran siendo cuidados. 

 

Tratando la herida 

Llegaron durante la mañana, y Ruth entró a cirugía durante la tarde, misma que duró unas tres horas. Y, poco después de que logré conocer a los gemelos, Ruth había regresado a la sala.  

No estoy segura de cómo Ruth resultó herida en su pierna, pero su condición se había deteriorado durante el transcurso de su viaje por tierra y había desarrollado un gran coágulo de sangre debajo. En un momento, el equipo pensó que la parte inferior de su pierna probablemente podría necesitar ser amputada por completo: la herida era tan profunda y había preocupación de que la infección pudiera llegar al hueso. 

El equipo quirúrgico limpió y desbridó la herida -un procedimiento para eliminar el tejido dañado. Esto mostró que tenía coágulos de sangre, que aumentaba los riesgos para ella. Ruth terminó requiriendo cirugías repetidas en su pierna para tratarla por completo, pero afortunadamente el equipo pudo evitar la amputación. 

Sarah con parte del equipo de Bentiu. © Sarah Cross/MSF

 

Cuidado y progreso  

Después de las operaciones, Ruth fue dada de alta clínicamente por el equipo quirúrgico. Pero ella aún necesita muchos cuidados, rehabilitación y tiempo para que la pierna sanara antes de que ella siquiera intente apoyarse en ella. En total, permaneció en nuestro cuidado durante más de tres meses. Ruth recibió apoyo del equipo multidisciplinario compuesto por personal médico, de enfermería, asesoría y cuidadores. También recibió apoyo clínico-administrativo para organizar un alta segura. 

Al principio cojeaba un poco, pero se podía ver su progreso cada día que pasaba. Después de unas semanas, Ruth fue capaz de caminar completamente sola sin un andador o bastón. 

Durante este largo período de recuperación, nuestro equipo prácticamente adoptó a los gemelos. La Supervisora de Enfermería logró encontrar un grupo local que los cuidaba durante la semana y los mantenía ocupados con diversas actividades y juegos. Los fines de semana, el hospital se convertía en su patio de recreo y todo el personal llegó a conocerlos. 

A menudo subía a verlos jugar en las salas: habían encontrado una caja vacía y uno arrastraba al otro dentro de ella. En otras ocasiones, se les encontraba con un balde de agua afuera, en su elemento, lavando y salpicando. Los queríamos, eran muy divertidos. 

Cuando Ruth se recuperó por completo, y después de mucha planificación logística, la ayudamos regresar con sus niños a un campamento cerca de la frontera con Sudán.  

Todos en el equipo estábamos muy contentos de que Ruth se hubiera recuperado bien. Sin embargo, después de que se fueron, sentimos mucho la ausencia de la familia en las salas. Durante esos meses brindamos atención médica integral en el entorno a veces estresante y desafiante del hospital, pero ellos también dieron algo importante a cambio.

*Los nombres de las personas han sido cambiados   

 

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