‘¿Cómo estás?’: la pregunta que puede transformar la salud mental de una persona

Personal de MSF en el patio del Centro de Atención Integral realiza diversas actividades de salud mental con pacientes.
Personal de MSF en el patio del Centro de Atención Integral realiza diversas actividades de salud mental con pacientes. © Yotibel Moreno/MSF

Isaac Torres es un psicólogo clínico que trabaja en el Centro de Atención Integral (CAI) que Médicos Sin Fronteras gestionamos en la Ciudad de México. En este blog, describe cómo hasta la pregunta más sencilla marca toda una diferencia para sus pacientes durante las sesiones de salud mental. 

Sabemos, por las personas que acompañamos, que ocurren situaciones muy complejas a lo largo de la ruta migratoria. Desde nuestra trinchera, el aporte más sencillo y a la vez más potente a menudo empieza con una pregunta simple: “¿Cómo estás?”.  

 

MSF brinda apoyo a víctimas de tortura en el Centro de Atención Integral (CAI)
Maynor tiene 30 años y es de Honduras. Salió con su familia por amenazas del crimen organizado. © Yesika Ocampo

 

Para alguien que lleva meses o años en movilidad, expuesto a discriminación, violencia e insultos en lugar de trato digno, esa pregunta puede ser el primer paso hacia la posibilidad de generar confianza y recibir ayuda. 

Esa pregunta abre la puerta a un proceso terapéutico: poner palabras al malestar ayuda a transformar la manera en que la persona piensa y siente lo que le sucede. Muchas veces lo último que hacen las personas migrantes es detenerse y preguntarse en serio “¿Cómo estoy, con todo lo que he vivido?” o “¿Qué efectos tiene esto en mí y qué puedo hacer para afrontarlo?”. Ese espacio de pausa permite que empiece algo que, aunque sea pequeño, puede marcar la diferencia. 

A lo largo de mis años acompañando a personas en situación de movilidad, he escuchado cientos de historias que podrían denominarse del “orden del horror humano”: guerras, conflictos armados, desaparición y reclutamiento forzado, desastres naturales que arrasan vidas y medios de subsistencia, violencia que obliga a huir. Frente a ese amplio espectro de experiencias, la pregunta que me acompaña es siempre:

¿desde dónde puedo acompañar a estas personas y cuánto puedo realmente ayudarlas? 

 

Brenda y su hija son pacientes del Centro de atención Integral (CAI) de MSF en México. Se encuentran en el patio del centro, junto a su hija de 9 años.
Brenda y su hija son pacientes del Centro de atención Integral (CAI) de MSF en México. Se encuentran en el patio del centro, junto a su hija de 9 años. También reciben atención de salud mental. © Nuria Lopez Torres

 

Recuerdo el caso de una paciente centroamericana. En medio de la consulta, le dije, casi como un gesto práctico, “tenemos que salir al patio, está temblando”. Ella respondió con una frase que no olvido: “No, el mundo que está temblando es el mío”. Historias como esa muestran cómo un temblor físico puede quedar opacado por el temblor interior que llevan las personas que han sufrido traumas severos. 

Los tiempos de permanencia en un mismo lugar son a menudo cortos por los procesos de movilidad, lo que, en algunos casos, nos obliga a pensar en intervenciones breves y en estrategias de contención de única sesión. ¿Sirve una única sesión para alguien que lo ha pasado tan mal? Mi respuesta es tajante: sí. Especialmente cuando nadie más ha preguntado “¿Cómo te sientes?”. Ese “poco” puede hacer la diferencia y permitir continuar otro tramo de la ruta con mayor posibilidad de sostén. 

Cuando hay la posibilidad de un acompañamiento más prolongado —plan de tratamiento, en el que se brinda  atención médica, apoyo psicosocial y fortalecimiento de redes— podemos hablar de un antes y un después en la vida de una persona. No tanto por lo que se le ofrece directamente, sino por lo que la persona puede hacer con ese apoyo: reconocer y nombrar fortalezas y capacidades que, a veces, permanecen ocultas hasta que alguien las recuerda. 

La palabra tiene una potencia imparable. A veces, iniciar un proceso terapéutico genera cierto “caos” necesario: desordenar las estructuras que sostienen el malestar para poder reorganizarlas en torno a recursos, sentido y propósito. Ese proceso exige sensibilidad, formación, protocolos que eviten la revictimización y una articulación entre lo médico, lo psicosocial y lo legal. 

 

En el Centro de Atención Integral (CAI) atendemos a sobrevivientes de violencia extrema en la Ciudad de México.
En el Centro de Atención Integral (CAI) atendemos a sobrevivientes de violencia extrema en la Ciudad de México. Entre los servicios que brindamos incluye salud mental. © Yotibel Moreno/MSF

 

Necesitamos más profesionales que miren hacia el malestar que presentan las personas en movilidad y que se hable más de esto en espacios que no sean solo los consultorios, las universidades o las conferencias donde, habitualmente, somos los “expertos” quienes describimos lo que pasa, por ejemplo, en la ruta migratoria. 

Las verdaderas expertas y expertos, en realidad, son las mismas personas migrantes. La invitación es a pensar y a pensarnos: “más allá de las fronteras del consultorio”. 

 

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