Enfermedades tropicales desatendidas: cuando no todo el trabajo es médico

Punto de distribución de agua en Mozambique.
Equipo de Agua y Sanemiento de MSF en un punto de distribución de agua. © Diego Barragán Campuzano

Desde que salí de la carrera siempre estuvo muy presente para mí la acción humanitaria, planteándome la meta de algún día trabajar para esta organización. Después de 5 años de estudio finalmente tuve la oportunidad, no solo de trabajar con Médicos Sin Fronteras (MSF), sino de salir a otro país. Sabía que el proyecto era Enfermedades Tropicales Desatendidas. Mi asombro y fascinación solo crecieron más cuando los escuché pronunciar la palabra: Mozambique. 

Por Diego Barragán Campuzano, médico general mexicano, parte del personal internacional de MSF.

 

En ese momento, recuerdo que me llenaron una gran cantidad de sentimientos y emociones: felicidad, entusiasmo, preocupación, incertidumbre, deseo y, debo de admitirlo, miedo. ¡Era la primera vez que salía del país y ahora iba a viajar al otro lado del mundo!

 

Diego Barragán durante una consulta médica en Mozambique.
Trabajé durante 5 meses en Nampula, atendiendo a la población que padecía varias enfermedades tropicales desatendidas. © Diego Barragán Campuzano

 

Al llegar a Mozambique, que se encuentra en el sureste de África, no sabía que esperar, solo sabía que toda la experiencia hasta este momento se seguía sintiendo como un sueño, ¿en verdad me esta pasando esto a mí? Aún así, me guarde todas mis reservas en mi bolsillo y debo confesar que nada de lo que pensaba podría igualar lo que viví.

Sentí que me adapté bastante rápido, mucho más de lo que hubiera imaginado y confieso que mucho se debió al personal local e internacional, todas las personas fueron tan amigables y aunque en su momento no me sentía tan confiado con el idioma (allá se habla portugués) todos me tuvieron paciencia e incluso me enseñaron varias palabras en Makhuwa, el idioma local de gran parte del norte del país. Fue poco a poco que sentí que me integraba para poder hacer mi trabajo. En el proyecto de MSF vivía con otros colegas de todas partes del mundo; ¡nunca había conocido tanta gente de tan diferentes contextos, regiones, pensamientos, culturas y costumbres!

Trabajé durante 5 meses en Nampula, una de las 10 provincias del país, nuestro proyecto se localizaba en el distrito de Mogovolas y tenía como enfoque proporcionar apoyo al sistema de salud del país para atender a la población que padecía varias enfermedades tropicales desatendidas. Mi trabajo era apoyar a los técnicos en medicina que trabajaban en las clínicas de salud, ayudándoles con los diagnósticos. Explicaba cuál podría ser el mejor tratamiento para los pacientes, dependiendo del caso, así como reconocer las enfermedades tropicales más difíciles de atender.

 

Equipo de promoción de la salud de MSF en Mozambique.
El equipo de Promoción comunitaria informando sobre la prevención de estas enfermedades.© Diego Barragán Campuzano

 

¿Qué son las enfermedades tropicales desatendidas?

Estas enfermedades son un conjunto de padecimientos que, como su nombre lo menciona, aparecen en regiones del trópico y que por muchas razones los sistemas de salud no han podido darles la atención o la prioridad que necesitan. Médicos Sin Fronteras tenía este proyecto como parte de su enfoque en salud planetaria ya que muchas de estas enfermedades están muy relacionadas con el medio ambiente.

Como muchos médicos de mi país comprenderán, no es tan común atender enfermedades tropicales desatendidas en México. Incluso recuerdo preguntarme si estaría a la altura del reto. Al final, era la primera vez que atendía a una persona con uno de estos padecimientos, pero había trabajo que hacer.

Los problemas más comunes que veíamos eran la Sarna, enfermedad de la piel causada por un bicho que se transmite de persona a persona; la Esquistosomiasis, que provoca problemas intestinales y urinarios y que se puede transmitir por un caracol que tiene un parasito y que vive en los ríos; y la Filariosis Linfática, provocada por la picadura de un mosquito que lleva una especie de larva que puede provocar que las extremidades se hinchen con líquido y al largo plazo causar deformaciones de los brazos, las piernas y los genitales.

 

Equipo de MSF trabajando con la comunidad.
Equipo de MSF trabajando con lacomunidad. © Diego Barragán Campuzano

 

El trabajo no es solo médico

El tema es que, y sé que puede sonar extraño, si bien todos los miembros de un proyecto son relevantes, aquí el centro de la actividad no era médica. Para mí, las verdaderas estrellas eran los colegas de Agua, Saneamiento y Drenaje, que apoyaban a las clínicas de salud para que siempre tuvieran agua, jabón, materiales y los conocimientos necesarios para desinfectar sus lugares de trabajo.

Este equipo fue el encargado de construir pozos para que las comunidades tuvieran acceso, que antes tenían negado, a una fuente de agua segura. Luego, con el equipo de Promoción Comunitaria, estos pozos y actividades pudieron llegar a las comunidades, comunicando mejor que nadie las necesidades de la población. Trabajando diariamente para promover formar de prevención de estas enfermedades y que los contagios sean reducidos.

Las otras estrellas de este equipo fueron los de Suministro y Logística, que va de la mano del trabajo que lograba Agua y Saneamiento y Promoción Comunitaria. Por un lado, el equipo de Suministro en todo momento estaba pendiente de nuestras necesidades en el terreno. No permitía que nos quedáramos sin el material necesario para trabajar. Por otro, el equipo de Logística, coordinaba los movimientos y siempre nos llevaba a donde teníamos que trabajar: así lloviera, las terracerías o carreteras estuvieran inhabilitadas o hubiera algún problema.  Si esta crónica tuviera alguna dedicatoria, mi agradecimiento va completamente para ellos.

 

Equipo de trabajo en Mozambique
Equipo de trabajo del proyecto de atención de enfermedades tropicales desatendidas en Mozambique. © Diego Barragán Campuzano

 

Al final de mi ciclo de trabajo en Mozambique, otros sentimientos completamente diferentes a los que tenía cuando llegue me inundaron. Esta vez me sentía feliz por regresar y ver a mi familia, triste por irme y dejar a mi nueva familia y satisfecho por el trabajo que había realizado. Pero me lleve uno de los más grandes trofeos de mi vida profesional y personal, el apodo que me dejaron todas las personas con las que trabaje: “hermano”.

Mi primer proyecto saliendo del país fue una experiencia que siempre quedara en mi mente y corazón. A pesar de que llegué y salí con muchos pensamientos y dudas, una certeza constante sigue muy presente: voy a volver a salir.

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