Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre refugiados y migrantes: Es tiempo de acciones concretas, no de palabras vacías

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“Pero a menos que numerosos gobiernos planeen modificar radicalmente su respuesta y sus políticas en materia de refugiados y migrantes, esta reunión de la ONU se convertirá en poco más que retórica para sentirse bien y en promesas vacías. Con ello únicamente se garantizará la continuación del sufrimiento de millones de personas.”

 
Aurelie Ponthieu, Asesora Humanitaria sobre Desplazamiento, Médicos Sin Fronteras
 
"El lunes 19 de septiembre, la Asamblea General de las Naciones Unidas reunió a sus Estados miembros para la primera Reunión de Alto Nivel sobre refugiados y migrantes. Mientras que el proyecto de declaración inicial que ya ha sido hecho público consagra los resultados y promete un enfoque más coordinado, más humano y más sensible hacia las personas que han tenido que dejar sus hogares, los ambiciosos objetivos de la declaración se contradicen con las prácticas realizadas por muchos de los Estados que participarán en la reunión en Nueva York pero que actúan de forma completamente opuesta.
 
En vez de respetar los derechos de las personas y reafirmar sus obligaciones preexistentes, demasiados gobiernos están adoptando enfoques cada vez más restrictivos y perjudiciales, que parecen diseñados para afectar aún mas a hombres, mujeres y niños que ya se encuentran en una situación vulnerable, y mantenerlos así lo más lejos posible de la vista.
 
Todos los días, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) son testigos de las consecuencias destructivas de estas políticas, debido a que prestamos servicios de atención médica de emergencia en muchos de los países de los que la gente está huyendo, a lo largo de las rutas por las que viajan, y en los países en los que buscan refugio.
 
 
Un ejemplo es la franja de territorio ubicada a lo largo de la frontera entre Jordania y Siria, conocida como "el Berm", donde unos 75,000 sirios -de los cuales cuatro de cada cinco son mujeres y niños-, se consumen en condiciones inhumanas a pocos kilómetros de una zona de guerra. Los equipos móviles de MSF que habían estado ofreciendo atención a las personas en el Berm en las semanas anteriores al cierre de la frontera en junio, trataron a más de 200 niños con desnutrición y a cerca de 500 mujeres embarazadas, incluyendo aquellas con embarazos de alto riesgo que requieren estrecha vigilancia médica. Estas personas no pueden cruzar la frontera, no pueden regresar a sus hogares debido a la catastrófica guerra en su país y en la actualidad no pueden acceder a los servicios básicos que les permiten sobrevivir. Entonces, ¿qué será de ellos después de la Cumbre de la ONU sobre Refugiados y Migrantes? ¿Cómo van a encajar ellos en este nuevo modelo?
 
En otras partes, nuestros equipos ven como se niega a los refugiados y migrantes cualquier clase de vía segura, lo que los obliga a moverse a través de peligrosas rutas, y ven también como a veces mueren en el proceso. En el continente americano, por ejemplo, se estima que 300,000 personas de El Salvador, Honduras y Guatemala se dirigen hacia el norte cada año para escapar de la pobreza, de las rapaces bandas criminales y de una violencia tan intensa como en cualquier zona de guerra. Tienen la esperanza de obtener asilo en México o de dirigirse hacia los EE.UU., pero México, con el respaldo estadounidense, otorga protección legal a menos del uno por ciento de estas personas; y por el contrario la mayoría de ellas son enviadas de vuelta a los peligros en sus países de origen. Los equipos de MSF en México informan que el 68 por ciento de los pacientes han sido asaltados mientras estaban en tránsito. Un tercio de las mujeres habían sido objeto de abuso sexual. ¿Los Estados firmantes harán frente a esta situación?
 
 
A nivel mundial, muchas personas que están huyendo sufren violencia – que en muchos casos, se suma a la violencia que les hizo huir de sus hogares en primera instancia-. Desde el lanzamiento de las operaciones de búsqueda y rescate en el mar Mediterráneo, donde más de 3,200 personas han muerto sólo en 2016, los equipos de MSF han rescatado en el mar a más de 35,000 personas y a un número creciente de menores no acompañados. Los equipos médicos de MSF a bordo de los barcos de rescate continúan atendiendo y siendo testigos de las consecuencias de la violencia física y psicológica infligida a aquellos que viajan a través de Libia.
 
Los pacientes describen brutales encuentros con contrabandistas, guardias fronterizos y otros depredadores. Han sido detenidos, golpeados con rifles, azotados con mangueras, robados, detenidos para pedir rescate o asaltados sexualmente. Estimamos que nueve de cada diez de las personas que hemos rescatado han sufrido algún tipo de violencia. Los refugiados y migrantes también se enfrentan a la violencia en otras fronteras europeas -en la frontera de Serbia con Hungría, por ejemplo, donde uno de cada tres de nuestros pacientes reportan haber sido agredidos, a menudo por las autoridades estatales. ¿Serán capaces los líderes de la ONU de proporcionar a estas personas mejores y más seguras alternativas? ¿O continuarán erigiendo nuevos muros y formas cada vez más crueles de disuasión?
 
Seis meses después del cínico acuerdo entre la UE y Turquía, todas las señales indican que la disuasión seguirá siendo el foco de la mayoría de los estados en su intento por gestionar la crisis de desplazamiento global. Firmado por todos los 28 Estados miembros de la Unión Europea con el fin de impedir que los solicitantes de asilo alcancen las costas europeas, el acuerdo es aclamado como un éxito, a pesar del hecho de que cerca de 60,000 hombres, mujeres y niños, la mayoría de los cuales están huyendo de las guerras en Siria, Irak y Afganistán, están atrapados en Grecia, en prisiones en las islas de las que no pueden salir, o aislados en campos que no cuentan con recursos en el continente. Enfrentados a un futuro incierto, a detenciones arbitrarias y a condiciones inadecuadas, la salud física y mental de muchos se está deteriorando lentamente conforme pasan los días.
 
 
En mayo, citando el acuerdo entre la UE y Turquía, Kenia anunció el próximo cierre del mayor campo de refugiados del mundo, Dadaab, en el noroeste de Kenia, donde 350,000 somalíes expulsados por el conflicto, las sequías y las privaciones, han estado viviendo en un limbo durante años, incluso décadas. Una encuesta en los hogares realizada por MSF en agosto de 2016 indica que a pesar de las tristes condiciones de vida, la mayoría de la gente claramente prefiere permanecer en Dadaab que volver a Somalia. 
 
Mantener a cientos de miles de refugiados en el limbo en Dadaab, dependiendo enteramente de la ayuda no es una solución, obligarlos a regresar a Somalia es inhumano y contrario al principio de no devolución. ¿Será la Reunión de la ONU capaz de aceptar que las únicas alternativas de estas personas son vivir en un campamento inadecuado o ser enviados de regreso a una zona de conflicto activo? ¿O harán algún cambio concreto?
 
Estos están lejos de ser los únicos ejemplos que podríamos citar y son sólo algunas de las preguntas que hacemos a los líderes mundiales que asisten a la Reunión. Dado el estado tumultuoso de las cosas, en el que la vida y la dignidad humanas son rápidamente pisoteadas, debemos sentirnos animados por el lenguaje que emerge de la Reunión de la ONU. Pero a menos que numerosos gobiernos planeen modificar radicalmente su respuesta y sus políticas en materia de refugiados y migrantes, esta reunión de la ONU se convertirá en poco más que retórica para sentirse bien y en promesas vacías. Con ello únicamente se garantizará la continuación del sufrimiento de millones de personas."
 

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